Cada 5 años – prácticamente - el sistema político nos enfrenta a disyuntivas extremas. El 2006, entre el expresidente García y el Ollanta Humala del polo rojo y radical extremo. Como se recuerda, a García - un animal político, al margen de las simpatías o antipatías que pueda despertar - en ese entonces ya ubicado en el centro, o en la derecha liberal, no le fue muy difícil vencer a un Humala de “ideas afiebradas”, como él mismo lo calificó.

En el 2011 una todavía novel Keiko Fujimori, con el activo y pasivo que eso implica, perdió ante un Ollanta Humala suavizado y de polo blanco, más allá de rituales ridículos como su juramento democrático en la San Marcos, y aupado por intelectuales progresistas.

A escasos días de las elecciones generales, y en medio de una brutal crisis sanitaria y económica, los peruanos iremos a elegir a nuestras autoridades del próximo quinquenio.

En comparación a otras ocasiones, estos comicios deberán servir, básicamente, para recuperar algo de la estabilidad perdida en estos cinco años, merced, básicamente a las políticas irresponsables y polarizadoras de Kuckynski y Vizcarra. Y nubarrones de neutralidad yen los órganos del gobierno. Desde el Jurado Nacional de Elecciones hasta Canal 7, o “El Peruano”, el cual publicó una entrevista con la candidata Verónica Mendoza. Un hecho que ya debería haber merecido algún tipo de explicación, cuando no de renuncia. En una empresa que, como recordamos en el video de este mes, se maneja con mucha ligereza y donde abundan las irregularidades.

El país se acerca no solo a unas elecciones donde no hay mucho para elegir, sino también a un bicentenario donde no hay nada que celebrar, sino más bien mucho por hacer.

La aplicación de una segunda cuarentena, que el grueso de la población no cumple, muestra una vez más- aparte de lo inviable que resulta la medida- la supina incapacidad del estado peruano de intentar atajar una crisis tan grave como la que estamos viviendo.

El 2020 no pudo terminar de peor manera: marchas, tomas de carreteras, violencia y muerte. Pero la verdad es que aunque se espera que el 2021 sea mejor, la situación no parece generar mucha esperanza.

Transcurridos varios días de los dramáticos episodios que significaron la asunción de Francisco Sagasti, podemos afirmar que la destitución de Martín Vizcarra fue constitucional, de acuerdo a ley, y legítima, si nos atenemos al cada vez mayor descontento de la población frente a su incapacidad, su prepotencia, y sus cada vez más cuestionables acciones de gobierno.

En medio de una crisis política y sistémica gravísima, resulta impresionante la forma como muchos actores políticos, sociales y religiosos opinan en contra de un legítimo e imperativo proceso de vacancia.

Cabe añadir que quienes afirman esto lo hacen por diversos motivos. Las razones ya las hemos mencionado: la malhadada inestabilidad ¿?, hacerle el juego a un sujeto como Antauro Humala, o favorecer a un determinado grupo político - léase Acción Popular- o argumentos por el estilo.