En el aniversario de la patria (y el nuestro)
A pocos días de concluir otro año de gobierno, y en este mes de aniversario patrio (y nuestro), el humalismo sigue con sus mismos errores y contradicciones, que exhibe a cada momento.
Pero empezemos por lo más reciente. Indudablemente, lo más importante fueron los cambios al interior del gabinete. Movidas ya anunciadas desde hace muchas semanas. Específicamente, cuando el gobierno presentó su paquete “reactivador”, y se mencionaba la desazón del ministro de Medio Ambiente, Manuel Pulgar-Vidal, pues el paquete, resultaba, según muchos, en un debilitamiento de ese sector, algo que comparte la editora de "El Comercio" y destacada ambientalista, Martha Meier Miró-Quesada y se hablaba de la salida de Pulgar Vidal, y un enroque raro: el premierato de Pulgar-Vidal, la ida de Castilla, y el ingreso de Piero Ghezzi, quizá uno de los ministros más carismáticos del régimen, quien, pese a las objeciones que se le pueden hacer por su Plan de Diversificación Productiva, por lo menos se le reconoce liderazgo y creatividad, aspecto que muchos consideran agotados en el caso de Castilla.
Por otro lado, una vez más, con estos cambios, se demuestra que este es un régimen que actúa tardía y reactivamente, pues desde hace tiempo, economistas y empresarios advertían una menor velocidad de crecimiento de nuestra economía, y se consideraba, efectivamente, que requisitos ambientales como la consulta previa se habían vuelto una traba para la inversión, aunque más que eso, habría que recordar que es la falta de convicción lo que ha paralizado la inversión.
En este contexto, y pese a su aprobación, es poco probable que esta serie de medidas tenga efectos inmediatos, pues la confianza se puede perder rápidamente, pero no se recupera con la misma facilidad, y menos cuando el jefe de Estado evoca al general Velasco, ejemplo de autoritarismo y estatismo. No se puede ser, pues, demócrata y creyente (no fanático) de la economía de mercado, y recordar a un dictador estatista. Personaje desconocido para las nuevas generaciones de peruanos, y al parecer, increíblemente, para algunos jóvenes colegas.
Con el paquete reactivador, el gobierno reconoce que la economía se desacelera, y que la inversión pública y privada es importante. Al igual que cuando admite, con la misma reticencia, que la inseguridad no es una percepción. La designación del general Daniel Urresti ocurre, como lo mencionó Carlos Tapia a Mario Ghibellini, pocos días después que los mineros informales (ex aliados y financistas del gobierno, al igual que los cocaleros) amenazaran con realizar paros y huelgas por el proceso de formalización del sector.
Urresti, un oficial carismático y voluntarista, habría sido trasladado para neutralizar estas protestas, y, al mismo tiempo, darle una imagen de liderazgo y efectividad al sector. Una patada para arriba, como dicen. Pero realizar operativos y hablar en voz alta no será suficiente para mejorar la situación.
Una parodia del cómico Carlos Álvarez, con todas sus exageraciones, lo mostraba como un elemento neurótico y enérgico, que arreglaba todo con disparos. Era, pues, el comisario. Si eso en el viejo oeste representaba la ley, ahora no es así. Lo que el gobierno le corresponde es hacer cumplir la ley, algo en lo que han fracasado una y otra vez, por lo demás de manera evidente.
Además, Urresti, el flamante comisario, tiene un cuestionamiento adicional, y es la denuncia sobre la muerte del periodista Hugo Bustíos, y es que aunque el ministro salga absuelto, el problema persistirá. Pero el gobierno no comprende la importancia de la imagen y las formas en la política. Y no es la primera vez.
La salida de Carlos Paredes responde, en nuestra opinión, a la incapacidad del amigo del presidente de activar Proinversión, donde pese a las cifras, se afirma que las concesiones han estado prácticamente detenidas, y el nuevo ministro, José Gordillo Koo, es un personaje vinculado a Ghezzi, con quien escribió un libro con un título muy sugerente: ¿Qué se puede hacer con el Perú?
Con estos cambios, el régimen realiza, por fin, un acto de justicia a Torre Tagle, al nombrar al embajador Gonzalo Gutiérrez, ex representante nuestro en Beijing, China, país clave en nuestra economía, como ministro de Relaciones Exteriores, olvidándose de sociólogos y abogados. Esperemos que este nombramiento sea un golpe de timón en la cancillería.
Este es el panorama de julio, donde se verá si la oposición, podrá, al fin, tomar la presidencia del Congreso, y retomar la agenda interna, empezando, como ya dijimos, con la elección del Defensor del Pueblo, y en el tema de corrupción, que tanto le interesa al gobierno (cuando no lo incluye, por supuesto), deberían verse los casos de Alexis Humala y Óscar López Meneses, el “miserable”, según el presidente. Un miserable con suerte, se podría añadir.