Carlos Herrera Descalzi: El sector eléctrico carece de planificación
Los recientes cortes y apagones han provocado malestar y despertado fantasmas pasados. Para el ex ministro Carlos Herrera Descalzi, decano del Colegio de Ingenieros del Perú, la falta de previsión y los conflictos sociales nos han llevado a la crisis que empezamos a sentir, pero que el 2017 será evidente, con el consiguiente daño para la economía y nuestra sociedad.
Ddlc: Los recientes problemas en el suministro de energía eléctrica han generado malestar y despertado crecientes temores. ¿Qué podría decir al respecto?
CH: Los cortes mencionados se produjeron entre los años 1980 a 1992. Durante esos años, el crecimiento del Perú era vegetativo. Es decir, la inversión era reducida o nula, el estado no tenía cómo obtener mayor cantidad de crédito, entonces la mayor cantidad de energía eléctrica que se podía obtener era por crecimiento poblacional.
La demanda crecía en el orden del 2 o 3% por año, y los cortes de servicio se producían porque el terrorismo atacaba las torres de transmisión, que pasan por terrenos muy difíciles de acceder. En la actualidad, las interrupciones del servicio son producto del crecimiento de la demanda, que es de alrededor del 8% anual.
El problema actual es la magnitud del sistema eléctrico. El espíritu de la ley de concesiones eléctricas, vigente desde el año 1992, fue la del sistema económicamente adaptado. Esto quiere decir que a las empresas sólo se les reconocía la inversión estrictamente necesaria para cubrir la demanda, en un plazo no mayor de cuatro años.
Cuando uno tiende cables, hay un trabajo fijo de por medio, donde es igual tender cables grandes o pequeños, los grandes son más caros y de mayor capacidad, pero el reconocimiento de inversión de la empresa, que es lo que considera la tarifa, es lo mínimo. En Lima, a fines de los noventa, las instalaciones reales eran subterráneas, las instalaciones aéreas costaban la séptima parte de las subterráneas, y la tarifa reconocía las instalaciones aéreas y no las subterráneas.
Ddlc: Entonces las empresas invertían menos y los usuarios pagaban menos.
CH: En el corto plazo, pero cuando se crece rápido las instalaciones necesitan modernizarse, y la tendencia de las empresas es mantener las cosas como están.
Los tres segmentos que conforman el sector eléctrico son la producción o generación de electricidad, la transmisión y la distribución. El problema es de distribución, y se percibe notoriamente en Lima.
Los apagones recientes y prolongados en zonas importantes de la capital han generado inquietud, pero poco se conoce de lo que ocurre al interior. En el año 2011, el Ministerio de Energía y Minas tuvo que actuar rápidamente en una localidad de Cajamarca antes del problema de Conga, porque había una preocupación y también reclamos violentos contra el mal servicio de energía eléctrica, y en otras zonas del país existía el mismo problema. Las empresas de distribución no podían satisfacer las necesidades de los usuarios con la velocidad que se requería.
Ddlc: ¿Qué otros problemas existen?
CH: La concentración de los recursos, porque cuando hablamos de tener un Sistema Eléctrico Interconectado Nacional (SEIN), hay un enlace entre el sur y el centro, pero desde que llegó Camisea, casi toda la ampliación de la generación se ha realizado en base a ella. De las pocas hidroeléctricas que se han construido, varias de ellas se ubican en Lima, o en la zona central, y con esto tenemos que la producción adicional desde el 2004 se ha concentrado en la región centro, especialmente en Lima. Están a 60 o 70 kilómetros de Lima. Se ha generado otro centralismo.
Ddlc: Falta, entonces, como en otros sectores, invertir en provincias.
CH: Es necesario llevar la generación al sur y al norte del país. La razón por la que se ha hecho en Lima es porque uno crece en función de los recursos económicos, y entre las energías térmicas, la gasífera es barata. Camisea como reservorio ya no tiene capacidad para realizar más ampliaciones, en base al yacimiento. Por esta razón, se han creado líneas de transmisión de Lima hacia el sur y el norte.
En esos proyectos de construir las líneas, hay una que se está terminando y se detecta la necesidad de tender una adicional. Hay limitaciones en la capacidad de transporte de la capital hacia el norte y sur del país, que han terminado sufriendo las consecuencias, habiendo en Lima suficiente energía para llevar a esas zonas. La falta de capacidad de las líneas de transmisión hizo que la energía no llegara al norte y al sur, y es ahí donde han habido cortes de servicio.
Sólo los grandes apagones los percibe la población, gracias a un cambio en la legislación ocurrido el 2006 o 2007. Inicialmente, cuando la energía no alcanzaba, se racionaba a todos. Ahora se hace la diferencia entre el gran consumidor y el pequeño, y al que se le raciona es al grande, generalmente la minería o industria. El sector comercial o residencial no lo percibe, salvo que el problema sea muy grave. Ha habido casos de rayos o tormentas eléctricas que han afectado el servicio de la central de Mantaro hasta Socabaya, y ahí se ha cortado el servicio en todo el sur.
En países como Panamá y Chile, el problema es que no tienen recursos. La energía, contra lo que se cree, abunda en la naturaleza. El ser humano no se puede detener por falta de energía, pero para la economía requiere de energía barata, y los países pueden estancarse cuando les falta. El problema de Panamá y Chile es que carecen de fuentes de energía económica. Ellos tienen que recurrir al petróleo, que tiene un precio prohibitivo como generador de energía, o carbón, que es muy caro, y si se trata de importar gas, la encarece.
El gas en el sitio donde se produce puede ser económico, pero una vez que se transporta, hay un costo de licuefacción, transporte, y regasificación, entonces termina siempre por debajo del petróleo y del carbón, pero no muy barato, con lo cual las energías se vuelven caras.
Ddlc. ¿Qué otras opciones existen?
CH: Las economías de los países siempre necesitan una fuente masiva de energía, y éstas sólo las pueden dar centrales geotermales y algunas hidroeléctricas, donde el agua permite obtenerla. Eso no se puede obtener con energía eólica, pero sí solar y fotovoltaica, aunque a un precio excesivamente caro, que se triplica o cuadriplica, si es que se quiere mantener un servicio confiable todo el día.
Ddlc: En la selva había energía fotovoltaica. ¿Qué más se puede hacer, para evitar o salir de esta crisis?
CH: Estamos próximos a la crisis. Desde el estado (léase Ministerio de Energía y Minas), tenemos que separar los problemas. Cuando una habla de electrificación rural, se habla de los que tienen y de los que no tienen electricidad.
Los que no tienen energía eléctrica, es porque el sistema interconectado no puede llegar donde están, entonces en el sector rural, para atender a todos con una red de cables, se tiene que recorrer grandes distancias para satisfacer una demanda pequeña.
En el sector rural la gente trabaja todo el día, mientras hay luz solar, se consume poco, la gente se acuesta temprano. Eso ocurre siempre, pero implica que se tiene que tender mucho cable para una población reducida. En una casa de ciudad, sus habitantes consumen 10 veces más lo que consume una casa rural, y para pasar de una casa a otra, hay 20 metros de cable. En el campo, la distancia entre ambas puede ser un kilómetro, de repente de 100 metros, y para un consumo que es la décima parte, el costo unitario termina siendo altísimo.
Entonces, no se justifica económicamente una tensión vía red de cables, y en esos casos se prefiere la energía fotovoltaica, y en centros poblados la eólica, que se han usado antiguamente para la extracción de agua.
En la casa de la familia en Lambayeque había una mariposa, que era una turbina de viento (que data del siglo XIX), y que con un eje llegaba hasta el pozo, y en el otro extremo bombeaba agua del subsuelo. Es una alternativa económica que puede funcionar en sitios aislados, donde se pueden emplear energías renovables.
Ddlc: ¿A qué nos enfrentamos, entonces?
CH: El crecimiento del sistema nos presenta retos muy importantes. La central del Mantaro comenzó a construirse en la época de Belaúnde, continuó durante el gobierno militar, y se inauguró en su segundo gobierno. Su construcción demoró unos 14 años.
Cuando comenzó a funcionar, podría satisfacer la nueva demanda durante 15 años. Una sola central se podía haber encargado del crecimiento del Perú por 15 años, pero no se hizo, porque no habían líneas de transmisión que pudieran llevar la energía hasta el norte y hasta el sur. Sólo llegaba hasta Lima, se hizo un proyecto para que llegue a Chimbote, y llegó a lo que se llamó el sistema interconectado centro-norte.
Si se hubiera construido el 2000, cuando la demanda crecía a unos 120 megawatts por año, hubiera sido suficiente para cubrir el crecimiento de la demanda de 7 años. Si se realizara hoy, nos serviría para 2 años, y si el 2020 construimos un Mantaro, sólo cubriría la demanda por un año, y la construcción de una similar demoraría 7 años, tendríamos que tener 7 u 8 centrales semejantes en un año, porque la demanda es creciente.
Ddlc: ¿Qué se puede hacer a corto y a mediano plazo?
CH: En el corto plazo, nada, porque llevar adelante cada uno de estos procesos, dura un mínimo de 5 años, y el plazo real es más cercano a los 10 años, porque el aspecto crítico antes era la construcción del proyecto, ahora son los permisos.
Ddlc: ¿Qué ocurrió con las concesiones otorgadas en la selva? ¿Hay problemas de origen burocrático?
CH: No sólo burocrático, hay un problema de conflicto ambiental y social, como en la minería. Las poblaciones que están alrededor de donde se construye la infraestructura, sienten que han ganado a través de la minería un poder de negociación, y se oponen. Todo proyecto viene con un estudio de impacto ambiental, y la afectación al medio ambiente se traduce en un prejuicio para las comunidades aledañas, por lo que reclaman un pago compensatorio, que es en el fondo el tema del medio ambiente, cada vez más alto, y la minería las está acostumbrando a pagar montos cada vez mayores, que no pueden ser pagadas por las compañías del sector eléctrico. Es un negocio completamente diferente en cuanto a rentabilidad.
El Perú tiene un potencial hídrico aprovechable, estimado, a groso modo, en 50 mil megawatts, hoy consume 5400, con caídas que vienen desde los andes y otros 20 mil que se pueden obtener desde las mismas caídas a la zona del atlántico y cuando están en la selva o ceja de selva se pueden obtener 20 mil más. Esto nos debería permitir llegar hasta el 2050, obtener una energía barata y mantener el crecimiento económico del país.
Ddlc: ¿Las obras que permitan aprovechar este potencial están en ejecución, o por lo menos en discusión?
CH: No, y esto se tiene que evaluar junto al uso del gas. El Perú tiene una visión muy cortoplacista. Nosotros nos opusimos a la exportación de gas de Camisea. Pocas personas saben que si exportáramos el gas y lo convirtiéramos en megawatios eléctricos, obtendríamos lo que estábamos consumiendo.
Ddlc: ¿Cree que, como se dice, se cometió un error, al poner todas las fichas en Camisea, y se debieron buscar otras fuentes?
CH: Faltó presencia y conocimiento del estado. Ha sido un error la forma cómo se ha llevado y los mensajes que se han dado. En nuestra gestión el 2000, todo estaba contra las hidroeléctricas. El gobierno de transición eliminó la moratoria emitida contra las hidroeléctricas para desarrollar el mercado de Camisea, en el entendido que no se necesitaba, porque Camisea como otros proyectos, producía líquidos y gas. El 80% de los ingresos viene de los líquidos. El gas es una pequeña parte de la economía del proyecto.
En la transacción entre el estado y la compañía, a ésta se le brinda - de acuerdo a la ley general de hidrocarburos - libertad de precios para sacar los líquidos que están en el gas, y con eso financia largamente el proyecto de líquidos. Entonces, el estado debe exigir no desperdiciar el gas ahora en busca de monetizarlo, sino que se emplee en el largo plazo para dar una cobertura a futuro, y la combinación que le ha dado éxito al Perú ha sido la de gas e hidráulica, sólo que ha crecido muy rápido con el gas y poco con la hidráulica.
Es necesario retomar un crecimiento basado en las hidroeléctricas y acompañado por el gas, además de invertir en desarrollar otros recursos como los geotermales.
Ddlc: Habían varias concesiones de esos proyectos…
CH: Alguna vez vimos un reportaje sobre eso y el tema de los megawatts y la cifra que se mencionaba no era suficiente, y otra vez escuchamos la presentación del gabinete de Yehude Simons. El ex premier ofreció resolver el problema eléctrico con 300 o 600 megawattios eólicos, eso es imposible. Pienso que recibió mala información, lo que es preocupante porque viene del propio sector.
Ddlc: Lo que se percibe de lo que usted menciona es que no hay una visión en este aspecto.
CH: Sí, falta una visión de largo plazo.
Ddlc: ¿Cómo evalúa la gestión de las compañías estatales en el sector?
CH: Soy de los que creen que la presencia del Estado en el sector es un mal necesario, porque el sistema energético de un país es tan importante que el estado no puede estar aparte. Si se observa el organigrama del estado, el sector energía aparece en las empresas. No debería ser así, pero lo que sucede en el Ministerio de Energía y Minas es que con los cambios de gobierno, cambian los ministros y los funcionarios, y prevalecen criterios políticos, en circunstancias donde se requiere un conocimiento técnico para generar una política, que no puede ser formulada sobre un criterio errado.
Se necesita entonces tener un conocimiento del sector, y he visto en sucesivas administraciones (excepto en las nuestras) acudir al regulador, por falta de cuadros, pero el regulador tiene una visión diferente, y posee una función que la cumple bastante bien, pero el ministerio necesita planeamiento.
Las empresas estatales como Electro-Perú, Petro-Perú y Perú - Petro formarían el respaldo técnico que necesita el estado en una gestión de esa naturaleza, y una cierta capacidad de intervenir en el mercado porque en aspectos tan importantes como el eléctrico y el energético, con la crisis que se viene, sería un gravísimo error dejar que la iniciativa privada lo conduzca.
Ddlc: Pero se tendría que buscar que algunas compañías estatales se concesionen, o se administren mejor…
CH: Primero, hay que poseer una visión y la voluntad de hacerlo. Hay empresas que permanecen en el estado sin ninguna razón de ser. La distribución es mayormente estatal, se podría concesionar. En el norte, donde se concesionaron cuatro compañías, estuvieron dos años en el sector privado, y luego regresaron al estado, pero no se han encasillado por los límites que implica administrar el estado, y eso les ha permitido obtener un mejor desempeño.
En principio, prefería privatizar el sub-sector distribución, pero en la región sur había una fuerte oposición. Mi idea era hacer un bloque con las empresas en el sur y contratar la gerencia. Hacer un concurso y buscar un administrador que la maneje como un privado, donde haya inversión, con un mecanismo que le reconozca en las tarifas la inversión rápida, a fin que no ocurran cortes que perturben a la población.
También pensaba hacer un holding en generación, donde la situación es difícil. Siempre es preferible que el estado tenga una capacidad de control. Fue un error vender las centrales hidroeléctricas. Está muy bien que los privados construyan nuevas, pero vender una central hidroeléctrica es como vender una mina de oro, porque cobra el precio que paga por una central térmica, y una vez que recuperó la inversión, funciona excelentemente, porque eso permite ciertas cosas que uno necesita en el sector energía en el Perú.
Esto me lo hizo notar el ex presidente Paniagua cuando fuimos a Chuschi (Ayacucho), donde Sendero inició su actividad. Vio las tarifas de energía, y notó que el kilowatt-hora que se cobraba ahí era más caro que el que se cobraba en Lima, con el agravante que la capacidad de pago del usuario de Lima era mucho mayor.
Ddlc: Eso ocurre, también, con Sedapal, empresa pública, donde los sectores con menos recursos pagan más por el agua que consumen.
CH: Claro, porque no estamos hablando de criterios sólo económicos. Hay criterios sociales y lo que hace la política es establecer un balance entre lo social y económico. Ese tipo de criterios son necesarios cuando se tienen centrales hidroeléctricas.
Sobre los recursos, siempre se necesita una combinación que sea capaz de producir los 365 días del año, con un corto periodo de mantenimiento, y eso sólo es posible con una central termoeléctrica como base y otras de diferente capacidad.
Ddlc: ¿En general, nos conviene construir centrales hidroeléctricas grandes, o más bien pequeñas, considerando los problemas climáticos?
CH: Ambas, porque la velocidad de crecimiento que tenemos es insostenible con pequeños proyectos. Entonces, hoy en día con 5400 megawatts, previendo un crecimiento de 10% por año, 400 de demanda y 100 para la reserva, necesitamos 500 megawatts por año, y si vamos a construir centrales de 10 megawatts, necesitaríamos 50 centrales de diez, y si fueran de 100 serían 5, pero como estos proyectos se concretan entre 5 y 10 años, nuestro plan de construcciones sería para llegar a 2500 megawatts por año.
Ddlc: La crisis se nos viene. ¿Por qué, nuevamente, nos encuentra desprevenidos?
CH: La crisis nos va golpear en unos 5 años. Hay plantas en construcción y entran en funcionamiento del 2013 al 2016 y no hay más. A partir de 2017 no habrá cobertura, y para poder inaugurar una tendríamos que haber comenzado el 2012, y no hemos empezado. Se ha concesionado la central de Molloco (Arequipa), que tiene una caída de agua espectacular, pero carece de estudios técnicos y no sería de extrañar que se presenten dificultades que retrasen su terminación un par de años, con lo cual el plazo de ejecución sería 7 años. Estamos hablando del 2020, y la necesitamos el 2017.
Lo que pasó es que tenemos un ministerio sin visión de futuro. En los años previos a la ley de concesiones eléctricas, bien o mal, con el sistema estatista de ésa época, Electro - Perú realizaba un planeamiento, lo presentaba y se sabía con años de anticipación, aún con escenarios muy optimistas, poco realistas, pero era una referencia, si se iba a crecer, y qué se necesitaba para lograr ese propósito.
Ddlc: ¿Pero el Ministerio no podía haber asumido esos roles de planificación? Y han pasado más de 20 años…
CH: No ha querido hacerlo. Cuando estuvimos por primera vez contratamos un estudio de planificación energética, que se terminó en el siguiente gobierno. Y no se hizo nada.
Al volver, creamos un Departamento de Planeamiento, para evitar traer a consultores, especialmente extranjeros, porque el conocimiento más útil es la realidad del país. Lo que se suele hacer es traer especialistas foráneos que levantan información y elaboran planes que muchas veces no se adecúan a nuestra realidad, cuando ésa debería ser una labor del ministerio. Dejamos un documento, en algún momento, nos preguntaron sobre el tema, pero hasta el momento no se ha puesto en práctica. La carencia del planeamiento es el problema más difícil.
El ministerio tiene una serie de problemas, pero actúa como bombero. Es un ministerio agobiado por solucionar problemas urgentes, en vez de prevenir los importantes.
Ddlc: El corto plazo y el largo plazo se estrellan.
CH: Ojalá se estrellen, significaría que las políticas de largo plazo existen. Nadie se preocupa de ellas.