¿Fútbol: se apagó la luz?
El miércoles asistimos perplejos, a un acto que nos indignó como aficionados y ciudadanos. Luego de terminado el clásico del fútbol peruano, que ganó, merecidamente Universitario de Deportes, y aclaramos que no somos hinchas de la U. El fútbol peruano, creemos, no está para ser fanático, pero siempre tenemos la ligera esperanza de ver algo inusual: un buen espectáculo.
Terminada la contienda, las luces del estadio que iluminaban la cancha se apagaron. Luego de unos minutos de espera, la situación permaneció así, en medio del desconcierto. Miles de hinchas y espectadores no lo podíamos creer. Estábamos desconcertados.
Posteriormente, la malicia-piensa mal y acertarás, como dirían nuestras abuelas- suponía que Alianza lo hizo para evitar la vuelta olímpica de los campeones y la premiación en el estadio victoriano.
Pese a todo, el equipo crema dio su vuelta, en tanto que miles de personas esperaron que se solucionase el problema. Algo que no ocurrió. Es más, en los exteriores del Estadio se reportaron disturbios generados por,vamos a llamarlos así,“presuntos aficionados”.
Al día siguiente, la prensa informó larga y detalladamente el escándalo, un acto censurable ahí, en el estadio de la U o en el de Corocochochay. En el transcurso del día, los pronunciamientos de ambos clubes, la policía y la fiscalía no se hicieron esperar. El más insólito fue el del club victoriano, sin duda, que indicaba que se tomó esa decisión con el objetivo de facilitar una rápida evacuación.
A estas horas queda claro que esa razón está descartada, y que lo cierto fue que algún directivo tomó esa injustificable decisión para evitar el festejo en su cancha, algo que debió aceptar como una opción en una competencia deportiva.
Por este escándalo-que habla muy mal de las autoridades aliancistas- Alianza Lima se enfrenta mínimo a una multa, una suspensión del local, y tal vez a una denuncia penal por lo que los abogados llaman “exposición al peligro”. ¿Qué hubiera pasado si hubiera habido un muerto? ¿No se pensó en eso? ¿Arrojar bengalas no era más que suficiente?
El episodio, producto de una mezcla de fanatismo y piconería, merece ser sancionado. Pero claro, en días pasados el defensa blanquiazul, Carlos Zambrano, recibió un arreglo floral mortuorio. Aparte de la pena, habría que repensar nuestra relación como ciudadanos. Los jugadores de Universitario y Alianzas Lima son adversarios, no enemigos. Pregúntenle eso a grandes futbolistas como Guillermo La Rosa y Germán Leguía, símbolos de íntimos y cremas, quienes, después de un partido intenso, se iban a comer juntos.
Ya es hora pues, que no veamos a quienes piensan diferente de nosotros-y eso es aplicable a la política, obviamente-como enemigos, sino que respetemos sus ideas, posiciones y aficiones.
Así podríamos evitar una polarización aún mayor de nuestra sociedad. No apaguemos las luces al deporte (especialmente al fútbol). No lo politicemos.